Wednesday, July 8, 2009

El poder de las botas sobre la libertad de expresión

Por: Patricia Murillo Gutiérrez


Cuando Eduardo Bueso declaró el jueves dos de julio, (quinto día del
golpe) al periodista Jesús Vélez Banegas, en radio Internacional, que
junto a los corporativos se reuniría con las autoridades de la
policía y militares a fin de buscar una estrategia para desalojar a
quienes se manifestaban en el centro de la ciudad y recuperarlo, un
escalofrío me recorrió, porque las palabras del vicealcalde de San
Pedro Sula, sonaban a mal presagio.

Y así fue, las aves de negro plumaje que habla una de las estrofas de
nuestro himno nacional, revolotearon sobre las cabezas de mujeres,
jóvenes, niños y adultos, que confundidos por millares, ejercían su
sagrado derecho a la expresión, pidiendo se restituyera el estado de
derecho en Honduras.

Ese fue su pecado, y es que los pobres, y las clases medias medias o
bajas esos que, caminan por estas calles de Dios, sin guardaespaldas,
parecen estorbar, (menos a la hora de rogarles el voto ¡eh!). Y hay
que hacerlos invisibles a como sea.

Paralelamente, no escuchamos a las autoridades decir que igual trato
se daría a otros marchantes. Quienes conducidos por personajes que
jamás podrían arrojar la primera piedra, porque allí encontrará desde
políticos con piel de oveja, cuando sabemos de sus dentelladas de
lobos, hasta personajes vinculados a los malos manejos de la
Corporación Nacionalde Inversiones , la famosa Conadi, como "líderes"
de ciudadanos casi aterrorizados por el miedo mediático que los ha
absorbido, y paradójicamente, se abrazan hasta hoy que conste, con
centenares de humildes trabajadores que no pudieron escoger ante sus
patrones, si ir o no a marchar.

Buen momento ciudadanos para hacernos un examen de conciencia, aún
hay tiempo, aunque algunos sientan la soga al cuello.

Olvidan los que mueven las masas para sus fines y no el del bien
común, lo que aseguró la socióloga y rectora de la UNAH, Julieta
Castellanos, "no es con la violencia que se tapan las desigualdades y
la deuda social, y ello lleva a la ingobernabilidad".

Y remata asegurando que: "La crisis actual evidencia la urgente
necesidad de reformar el estado; la democracia debe garantizar mayor
participación e inclusión social y económica, mayor eficiencia y
transparencia. Pero sobre todo, añade, necesita construir una
institucionalidad que garantice su despolitización partidaria y evite
que, cualquier funcionario manipule e irrespete la ley para
satisfacer sus interés particular o políticos". (¿Entienden
diputados, por ejemplo?)..

Tras la represión de este jueves, cuando vimos a mujeres y niños
vomitando, gente despavorida ante el abuso de poder de los militares
y policías, ellos mismos nacidos de vientre campesino, golpeando y
apresando a estudiantes y dirigentes populares, e intimidando a los
periodistas de Radio Progreso, me acordé de esas proféticas palabras
de la última homilía del obispo mártir salvadoreño, monseñor Oscar
Arnulfo Romero, que caen como anillo al dedo a nuestros oficiales
sensibles que los hay, para que lo piensen dos veces antes de
levantar la mano a su hermano: "En nombre de Dios, de nuestro pueblo
atormentado, que ha sufrido tanto y que eleva su mirada al cielo, les
pido, les suplico, les ordeno: ¡Paren la matanza!".

Hablando de masacres, en julio, allá en la década de los cuarentas,
una manifestación de sampedranos liberales en su mayoría, fue ahogada
a balazos, cuando marchaba pacíficamente en la Tercera Avenida,
protestando contra el tirano de turno, el general Tiburcio Carías
Andino.

En esa oportunidad, los comandantes de armas locales no dudaron en
ordenar abrir fuego sobre desarmados pobladores que ejercían su
pleno derecho a la protesta contra el oprobioso régimen de facto que
ahogaba a la Patria.

Y jamás se borrará de la mente de los sampedranos, esa acción impune
y cobarde contra seres humanos que luchaban por quitarse el yugo.

Hoy la llevada y traída Constitución nos dice claramente en su
artículo 3: "Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a
quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las
armas o usando medios o procedimientos, que quebranten o desconozcan
lo que esta Constitución y las leyes establecen. El pueblo tiene
derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden
constitucional".

Desde el nefasto domingo 28 de junio, el pueblo sampedrano llamó
Plaza Libertad a la calle frente al parque central y era su punto de
catarsis ante la ignominia. Hoy veremos quién cargará para la
historia con la sucia responsabilidad de haber ordenado aplastar a
sus hermanos.

Hace relativamente poco tiempo, los mejicanos también fueron
atropellados en Tlatelolco por la brutalidad de las botas mal
influidas y los chinos en Tiananmen, al buscar pacíficamente más
oxígeno dentro de la opresión que los asfixiaba. Así que, el hombre
lobo del hombre no es sólo patrimonio nacional.

¿Podría Ramón Custodio López el defensor estatal de los derechos
humanos, a quien los ciudadanos pagamos el salario, venir a
investigar el rosario de violaciones a los derechos humanos de los
costeños? Aquí le esperamos, después podría ser tarde, como pasó en
la década de los ochentas, donde el mismo fue víctima de la
persecución.

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